Donde me sentí amada
verdaderamente amada,
fue en la belleza serena,
en tu belleza
Ésa.
La que no sabias ver en ti
y en tus ojos se hizo
luz de atardeceres.
Camina descalza.
Es pura. No es revuelo.
Su danza prohibida
retumba donde nace el silencio,
en su misma orilla.
Y permanece ahí.
Su mirada no me vuelve triste
cuando pasa el tiempo,
y me siento, en verdad, amada.
Era gris la lluvia,
visitó tu espalda, la dejó desnuda,
me abrazaste en calma.
No hubo entonces necesidades ni palabras.
Nos reímos,
como los niños que éramos, ¿recuerdas?