Barco de mariposas de Salvador Dalí |
Es lo que he hecho.
O lo he intentado.
Al menos simbólicamente.
¿El título del poema?
Responder esa pregunta podría llevarnos mucho tiempo.
Es una larga historia.
Puede que algún día me dedique a escribirla.
Y aquí estoy cerrando puertas y ventanas
en esta
casa que se me antoja como otras tantas cosas
algo que
simplemente existe entre mi sueños.
Y aquí
estoy sí, cerrándolo todo, haciendo que se quede
como se
quedan los ojos de los muertos
impregnada
solamente de silencios,
porque
estoy diciendo adiós donde ya no queda nada.
Hice un
pequeño equipaje,
repartí
los libros, regalé la vajilla,
y dejé
que se llevaran los enseres y los muebles.
La quiero
dejar atrás.
Para siempre.
Bien sellada.
Y sé
que nunca será posible el regreso
que rigen los espacios y los tiempos.
Entretengo
mi mirada
en la inquietud de esa espontánea danza
de las
pequeñas motas de polvo en las grietas de un destello,
mariposas
diminutas, moribundas,
con sed
de luz en sus almas.
Cierro
la puerta despacio.
Miro la
llave.
La tiro
lejos.
Vuelvo
a pensar en las motas.
Así me voy a sentir. Así.
Volando
hacia lo inmenso.
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