lunes, 9 de febrero de 2015

LA MUERTE PASÓ POR MI CALLE




Reflexión: Los nombres han sido cambiados. Las circunstancias puede que también. Lo cierto es que ella, la muerte, pasó por mi calle y se llevó a uno de nuestros vecinos. D.E.P.







La muerte pasó por mi calle.
Se deslizó su capa invisible por el cuerpo de Marifé
y miró su cáncer un breve instante,
pero le dijo con su aliento helado: "Aún no estás lista" 
y siguió caminando calle arriba,
desplazando las hojas secas
como si hiciera mucho viento.
El perro bobalicón de la esquina aulló a su paso
y el bebé de María lloró con desconsuelo.
Pero la muerte ni les prestó atención, ni les hizo caso.
Miró descaradamente a Mamen
a través del espejo del baño y la joven espantada,
se apartó con el corazón encogido
y, sin saber muy bien el porqué, envuelta
en la extraña sensación de querer abrazar a sus hijos.
Y la muerte no dijo nada.
Y la muerte siguió su camino. 
Calle arriba. Calle abajo.
Silencio en las aves. Las nubes tiritaban de frío,
Sombras invernales.
Con la punta de su vieja capa rozó el pie de Paco
y a la tarde siguiente tuvo que ser atendido
por un problema severo en sus venas.
Y siguió caminando mientras le decía,
en una extraña mezcla de reproche y risa:
"Cuando no te cuidas, sólo a mí me amas"
La muerte llegó sabiendo que no era esperada.
Traspasó la puerta y recorrió la casa.
Manolo dormía plácidamente
y así se quedó para siempre cuando le besó en la frente.
La noticia la supimos pronto todos los vecinos:
corrió todavía más deprisa 
que la implacable capa de la muerte.


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