jueves, 14 de julio de 2016

SOY UN AMERICAN STANFORD

Imagen tomada de la red

Soy un American Stanford y no soy un alcohólico anónimo.
Tengo tres obsesiones: la comida, perseguir una pelota
y nadar en una charca grande.
No sé lo que es la moda, aunque dicen que tengo un buen pedigree
y que mucha gente al verme, se acojona.
Nunca trafiqué con armas, ni con hembras, ni con dinero, ni drogas,
tampoco con las ilusiones de tener más o ser más
por negocios, sabiduría o físico, como les pasa a muchas personas.
Soy un American Stanford
Y nunca permití que mis cachorros se ahogaran en la orilla de una playa,
los dejé tranquilos cuando su madre los amamantaba,
no los prostituí y no corté sus orejas, ni su clítoris lo puse en una bandeja,
tampoco los dejé desatendidos para ver un partido de fútbol
o chatear con el móvil.
Soy un American Stanford y jamás puse a mi hembra
cinturón de castidad, ni lazos rosas, ni velos para cubrir sus hocicos.
Porque si algo tuvieran que prohibir, yo apuntaría a todo lo que amordaza.
Lo que nos pone límites como bozales, corazas y cosas por el estilo.
Soy un American Stanford y me gustan las noches de luna clara,
dormitar al calor de la lumbre y pasear con mi hombre,
ese que me acompaña en este viaje llamado vida,
porque sé que la vivo en un continuo presente,
pero tuvo principio para todos y a todos se nos acaba.
Soy un American Stanford, me conoces por mi planta.
Tengo estampa de fiera y apenas conozco los miedos.
Es verdad que sé pelear y cuando lo hago, siempre es de cuerpo a cuerpo,
nunca fabriqué ningún arma -ni siquiera sabría manejarla-,
y no es porque no tenga manos, es porque prefiero la calma.
Soy un American Stanford, leal y fuerte, un buen compañero,
no sé de política, de religiones o credos,
me incluyo en los seres de paz a los que cantaba un tal Lennon.
Soy un American Stanford,
y no te voy a instruir para ser mi viva imagen.
Para quererte, no tienes que ser como yo.
Nunca talé un solo árbol, ni fui el inventor de los plásticos
y jamás jugué con la fusión de los átomos.
Soy un American Stanford y dicen de mí que tengas mucho cuidado.

Que soy una raza extremadamente peligrosa.

2 comentarios:

  1. Sí. Tal vez sea una raza peligrosa, para esta sociedad embrutecida e interesada.

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  2. O la sociedad una raza peligrosa para la inocencia del perro. Creo que nunca se va a saber.

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