miércoles, 21 de junio de 2017
lunes, 19 de junio de 2017
FEMINISMO ATROZ
Imagen tomada de la Web |
aunque fueras sólo el vínculo
y me ataras a ti con la desidia,
pero soy yo la que decide
estar ligada a ti
o a lo que me desgasta inexorable en esta espera.
Serán los siglos los que cambien los conceptos,
los que brillen de verdad
sin hacerse más los sordos,
y se conviertan en el eco liberador
de mis protestas.
A ellos les fue dado y no a ti
el cambiar los ojos de tu tozuda indiferencia
a la que tantas veces, por llamarla amor,
la cubriste de violencia.
Podría llamarte amor,
pasión,
obsesión
o dependencia,
pero cuando quiero que cambies
y te obligo a mirarme en mi despojo de emociones,
sé que dependo de ti
más de la cuenta
y que no se puede hablar de amor
desde los claveles rotos.
Te despojo de toda culpa
cuando pinto de nuevo mis mejillas
como una nueva aurora
que se levanta en cada despertar
y puede parecerte igual,
pero a ella no le afecta.
Te despojo del poder
que me hizo ante ti asumirme como víctima.
Aún queda la magia que se eleva
entre mis senos y mi pubis
latiendo con fervor hacia la vida,
y queda el complejo laberinto
de un pronombre personal
que celebro en este yo, en este mí
de la falda o el pantalón
en el que me siento en plenitud,
porque soy más femenina.
Éste es mi feminismo atroz,
en el que me queda lo que siempre ha sido mío,
y lo que puedo aún descubrir
sin escenas y sin gritos,
y sin odios, ni rencores,
lo que ya ni te pido, ni te doy,
lo que nunca reivindico,
porque tú y yo por fin nos entendemos
y los dos hemos llegado a la misma conclusión,
que en mi naturaleza y en mi voz
está el magnífico prodigio
de un paisaje de música febril,
que no te entrego.
martes, 13 de junio de 2017
CON UN VIEJO LAPICERO ROBADO EN EL IKEA
Imagen tomada de Internet |
tiene su encanto.
En el corazón de la lluvia, algún recuerdo desvaído.
En su costado,
la marca que sólo conocemos tú y yo
cuando la miramos bajo la complicidad
de los mismos párpados.
Derramarme en estos versos y apurarlos,
sorbo a sorbo,
sin pensar demasiado en lo que estoy haciendo.
Y todo con un lapicero viejo,
en esta mano antigua.
La trufa grande y húmeda de mi perro me interrumpe.
Un momento de sonrisa.
Se merece una caricia.
Le hablo suavecito de cuánto me gustan su bondad y su inocencia.
La confianza se hace mutua.
Y tú nos miras largamente
y así, casi sin darnos cuenta,
volvemos al amor. Como si no pasara nada.