Imagen tomada de Internet |
tiene su encanto.
En el corazón de la lluvia, algún recuerdo desvaído.
En su costado,
la marca que sólo conocemos tú y yo
cuando la miramos bajo la complicidad
de los mismos párpados.
Derramarme en estos versos y apurarlos,
sorbo a sorbo,
sin pensar demasiado en lo que estoy haciendo.
Y todo con un lapicero viejo,
en esta mano antigua.
La trufa grande y húmeda de mi perro me interrumpe.
Un momento de sonrisa.
Se merece una caricia.
Le hablo suavecito de cuánto me gustan su bondad y su inocencia.
La confianza se hace mutua.
Y tú nos miras largamente
y así, casi sin darnos cuenta,
volvemos al amor. Como si no pasara nada.
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