ni se rompen los ocasos contra el miedo.
En mi mundo se acabaron las niñas cenicientas y humilladas
que nunca pueden acceder a un baile,
ni a un puesto de poder que ilumine
las estancias de su palacio abandonado.
En mi mundo se difuminaron
las máscaras del dolor y de la huida.
Desnudé mi rostro
y aprendí que es un verdadero desafío al golpeador,
el significado real de poner la otra mejilla.
En mi mundo ya no soy la repudiada o la escogida
ahora sé que tengo en mi ADN
la ancestral sabiduría
y que fluye por mi sangre la alegría
desde dentro.
Desde muy adentro.
Para asumir que me merezco todo lo mejor,
sin injusticias.
Me abrazo al árbol sin temor a su rechazo.
Me miro largamente en la luna
sin pensar en sus desdenes.
Y me nutro del aire,
que reparte en igualdad
a todos los seres su prodigio,
sin traicionar a nadie,
desde este sencillo equilibrio
de la biología.
Contemplo el pasado.
Lo dejo ir ya sin rencores.
Arrojé lejos las viejas coordenadas
que me hicieron padecer
pecado y hambre.
Arrojé lejos las viejas condiciones
sin ninguna clase de complejos..
Aligeré mi equipaje como dijo aquel poeta
y sin aquellas pesadas cargas,
que nublaban mi existencia,
ahora sé
por fin,
como amarme plenamente.