El
mundo que no sabe de mis recovecos,
de
estos miedos infantiles que me trepan y me acorralan,
cuando
busco una verdad que me acompañe.
Pero las verdades que he encontrado
se
han equivocado demasiadas veces.
-¿Puede la verdad equivocarse?-.
Mis demonios son burlones, satíricos y un poco torpes.
Se
quieren instalar en mis sueños,
en la
voz de mi garganta y en el flujo desganado y macilento de mis versos.
Yo..., los dejo.
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