Velázquez. Vieja friendo huevos. 1618 |
Reflexión: No creo que el ser humano sea de naturaleza optimista. Cada alegría, cada sonrisa pueden ser el resultado de un gran esfuerzo.
A veces me siento tan vieja como el horror
que se vierte en cada guerra,
como la sangre de la herida siempre abierta,
así de vieja como la tristeza
como la noche insomne frente a un ronquido
ruidoso, que desde un pecho ajeno
arranca la rabia desmedida en otras sienes.
Vieja, con esa rima que no encuentro entre la niebla,
como tu nombre maltrecho
que se arruga desgastado
entre esos sonidos marchitos
que se parecen a un ramillete de flores secas.
Creo que intenté repetirlos, una y otra vez,
para sacarlos de la muerte, o de un bosque tenebroso,
pero nunca consigo que vuelvan.
Vieja, como el campanario y la veleta,
como el pescador afanándose
en el silencio profundo del aparejo y de la pesca.
Vieja, vieja, como la luna de un espejo,
distante y vieja,
como la luna serrana, del altiplano o marinera,
que no adivina, porque sabe lo que vendrá
y de lo que fue, hasta del más pequeño detalle
se acuerda.
Vieja como la vieja cuerda del ahorcado,
como la cuerda rota de aquella guitarra
que duerme en un sombrío rincón,
cansada, aburrida y vieja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario