Imagen de tomada de la Web |
Todo regresa a su lugar y se vuelve simple
con una mirada que no lleva nada
y no señala a nadie.
Sin juicios. Sin expectativas.
A solas con el aquí, con el ahora.
Y la mente en silencio,
Y acallada la emoción
Y el cuerpo sereno y sin dolor.
Y es entonces cuando ves
que siempre ha estado ahí.
Siempre en tu interior.
Esta plenitud sin miedos y sin sombras.
Sin asomo de angustias o problemas.
Y te contemplas admirándote de tanta sencillez,
con una alegría que se parece al color de la flor silvestre,
brotando del corazón más puro de tu infancia.
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