Regalarte una aurora,
como si estuviera en mi mano,
y después descansar,
con la calma
de quien sabe hacer bien las cosas,
escuchando tu latido tan cerca,
que me pareciera mío.
Regalarte ese don. Ese din-don,
magia o prodigio
que sabe borrar repentinamente,
el dolor de la soledad
y convertirse en la fragante rosa.
No salió la sonrisa. No.
Pero estaba de nuevo,
amaneciendo en tus ojos.
como si estuviera en mi mano,
y después descansar,
con la calma
de quien sabe hacer bien las cosas,
escuchando tu latido tan cerca,
que me pareciera mío.
Regalarte ese don. Ese din-don,
magia o prodigio
que sabe borrar repentinamente,
el dolor de la soledad
y convertirse en la fragante rosa.
No salió la sonrisa. No.
Pero estaba de nuevo,
amaneciendo en tus ojos.
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