Vacío inmenso, que me abre en dos,
de cuajo,
en un amor tan simple, que lo mueve todo.
Trino de las avecillas,
verde intenso en las copas de los árboles,
viejas tortugas nadando en algún recóndito lugar
que se hace un auténtico presente en el ahora.
Estoy aquí.
Ni fe, ni culpa, ni llanto.
Simple luz. Placentera. Natural.
Todo es moldeable, como la arcilla.
La gratitud me cubre con su alado manto.
Eso es todo.
Y, de repente, soy lo que soy
en esta extraña vibración
abriéndose camino
en las palmas de mis manos.
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