Pronúnciame de viento
con la misma devoción de un nuevo día,
sintiendo
de luz los ojos
de sonido y bruma el color de tus palabras
y en el corazón, un verso,
la rosa y su espina intactas
como las dejaste en aquellas líneas
que quedaron suspendidas en mi mente,
rotas,
para la inocencia de las almas.
Pronúnciame secreta en los pronombres
que te inventes solitario
y después libérame
que aprenderé a volar hasta que no espere
para nada tu regreso.
Sonreías Pero interpreté tu aliento helado y triste.
Yo perseguí tus manos, pero las escondiste
y envuelta en las lágrimas perpetuas
de tu ausencia
comenzó la larga noche oscura
de mi desesperado vuelo.
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