sábado, 14 de enero de 2023

VOLVIERON LOS SUEÑOS


Volvieron los sueños. Estaba dormida y me despertaron con una apacible suavidad que no sentía hace demasiado tiempo. Volvieron a ritmo pausado, llenando el aire de una alegría diferente. Unos me miraban con gesto cansado, somnolientos, haciéndome entender que seguirían dormitando durante largos períodos de tiempo. Otros venían dispuestos a todo, envueltos de una energía de sorpresa. Lo curioso es que no formaron ningún bullicio. En otros percibí pereza constructiva, de esa que habita en lo profundo de la semilla cuando permanece dentro de sí, envuelta en las entrañas de las más profundas tierras.
Volvieron los sueños y los recibí con una extraña naturalidad en la mirada y una sonrisa de esas de Gioconda. Volvieron los sueños y se fueron instalando en mí como quisieron. Algunos traían maletas, otros, nubes a punto de explotar a merced de ese viento suave que precede a las tormentas. Conseguí ver incluso a mi favorito, a ése que nunca me llegué a confesar a mí misma. Me miró durante unos segundos antes de volver a instalarse en el oscuro rincón donde solía estar más a gusto. Yo no les dije nada. A ninguno. Me dediqué a observarlos, con gusto y eso que, aunque parecía el suyo un ritmo muy lento, a mí se me hacía que iban pasando muy deprisa.
Volvieron los sueños. Los más atrevidos, abrieron las ventanas de la casa y se fueron a hojear entre las estanterías de los libros amarillentos, muy especialmente entre aquellos que me dediqué a leer y releer sin dejar apenas descanso. Y ahí siguen, entreteniéndose a jugar entre las líneas y el papel, como hicieron tantas otras veces.
Volvieron los sueños. Los vi llegar y mi corazón se alborotó como cuando el árbol siente llegar la primavera. Con su llegada, revolotearon mariposas y en mi cuerpo la agitación se hizo creciente. ¡Volvieron los sueños! Y la memoria dio un paso para atrás para contemplarlos con un poco más de perspectiva, mientras que en la mente, el susurro de sus pasos iba rememorando una vieja canción ya conocida por ellos: Estoy en casa, algún día aprenderé a volar y saldré a recorrer mundo. Hoy es el tiempo del regreso. Hoy vuelven a mí cargados de esperanza pero muy serenos. Dibujan trazos, se llenan los bolsillos de dulces y vuelven a mí sabiendo que no los expulsaré nunca más de cada parpadeo de los que se nutren mis latidos.
Volvieron los sueños. Algunos a trompicones y otros recién nacidos. Mientras unos daban brinquitos de emoción, otros se dedicaban a observarme antes de pasar a través del espeso umbral que hay en mis sombras. Todos hemos cambiado, sí, pensé mientras la luz de la mañana se iba abriendo paso en la habitación y ellos se iban acomodando en sus rincones favoritos. ¿Pero qué es la vida sin sueños? Los fui dejando llegar y aposentarse. Era tan grata su presencia. Como una cabalgata amable y silenciosa que me fue llenando de ese buen humor que era incapaz de respirar desde hacía mucho tiempo.
Poco después, sin saber muy bien de dónde surgía esa sensación, la presentí a ella. Traía una pinta entre exploradora y guerrera bastante desastrosa. Cuando nuestras miradas se cruzaron, las mantuvimos firmes y amables la una con la otra. Me dio la sensación de que nunca había llegado a irse del todo. Pero había vuelto y la dejé volver, así sin más. Fue entonces y solo entonces, cuando tuve el impulso de levantarme y prepararme un buen café.
Sorbo a sorbo el café, con la experiencia del regreso de los sueños, me vi frente a las teclas del ordenador. Y aquí estoy, golpeándolas suavemente, entendiendo que vuelvo a ser la que fui, pero que necesitaba que mis sueños se hicieran viajeros de esos mundos en los que ningún otro sueño se hubiera atrevido. Y los dejé volar, con mucha gratitud pero sin saber si regresarían algún día. Nunca se me ocurrió imaginar que regresarían así, todos juntos. Y aquí estoy, dale que te pego a algunas viejas historias que muchas veces se negaron a pasear entre mis dedos, junto a otras nuevas, que parece que prometen y que me dejan cierto regusto a incertidumbre.
Cierto regusto a incertidumbre… qué cosas... Desde que se fueron, apenas lo recordaba, pero creo que es el sabor que mejor combina con este café que se abre paso en mis mañanas.

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