lunes, 13 de abril de 2020

EL ÁRBOL DE LA VIDA

Se cuela por las rendijas, como la luz
así, con la inocencia salvaje y bella
de su sonrisa,
se me abre la vida y me ilumina el alma
desde el infierno más abrupto.
Y si llego desde el dolor a la alegría,
(como dijo José Hierro)
desde las llagas de mi alma y mis demonios,
vuelvo a Dios,
a la Conciencia Olvidada 
y remonto los obstáculos en la libertad
y en el desdén que tantas veces me sorprenden.
No sé qué hacer
o si con ser es suficiente.
Pero quiero entender y ese no es el camino.
Ahora sí, cuando no uso la mente,
las consecuencias ya no duelen.
Aprendí la lección primera, 
aceptar, 
perdonar, 
olvidar, 
amar de nuevo,
ahora toca pasar la página,
y volver una y otra vez a la misma lección,
aunque parezca nueva.

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