miércoles, 20 de mayo de 2020

ASÍ QUIERO REZAR




Como si nunca hubiera habido un solo templo
y la vida por sí sola fuera suficiente y nos bastase,

así quiero rezar,

llena de agradecimiento y compasión,

lejos de cualquier clase de miedo.

No en el símbolo que penetra en lo ancestral

de una conciencia que permanece sin saberlo,

aun dormida.

Rezar a la Gran Obra de la vida.

Desde el sencillo átomo a lo que 

por complicado, no comprendo.

A la brisa,

a la montaña,

al agua

en cada una de sus manifestaciones.

Lágrima o brillo de estrella, 

en la nube, en el sol

en la abundancia de la tierra salvaje

y la labrada.

Rezar como lo hace el ave en su vuelo,

la flor en el aroma, la roca desde el suelo,

latiendo mis manos al amor

que no condena ninguna forma de expresarse,

ni desde el corazón más frío,

ni desde lo más apasionado 

de mi más desmesurada mente.

La vida que se abre y ramifica

en miles de fórmulas físicas y químicas 

entre branquias, escamas, plumas y variados aleteos,

en una atmósfera que respiran 

las más de 8,7 millones de especies 

conocidas del planeta.

A los seres que comienzan

y a todos los que se marchitan y nos dejan.

quiero rezarle cada día.

Rezar con música, con danza y movimiento,

con risa, aficiones y alegría,

rezar desde el crisol que genera

la variedad de mis silencios.

Llegar desde mi paz hacia la paz

del ojo único del corazón

que no necesita saber formular las buenas preguntas

para que lleguen auténticas y solas, 

las respuestas.


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