Yo pude escuchar
una voz profunda
yo pude sentir ese
latido
que se esconde en
la raíz del tiempo;
y pude ver, alguna
que otra vez,
el rostro de un
poema.
Y deslumbrada por
aquella perfecta sencillez
fuí de armonía.
Poco después, mi corazón
se quedó
en la más completa
de las penumbras,
cuando quise
escuchar las voces de los hombres;
cuando sentí los
latidos
por los que se
mueven y caminan;
cuando vi en sus
rostros
el inmenso charco
de la envidia,
cuando vi en sus
manos
el puñal de la
ambición segando vidas.
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