martes, 22 de agosto de 2017

ESPAÑA




Más solitario pájaro ¿en cuál techo 
se vio jamás, ni fiera en monte o prado?  
Desierto estoy de mí, que me ha dejado  
mi alma propia en lágrimas deshecho. 
FRANCISCO DE QUEVEDO  




No tengo un color para expresARTE, 
no sé si amarillo 
ceniza o confundirme entre tus ocres, 
aunque para comenzar a sincerarme, 
prefiero quedarme con tu mar luminoso 
con tus océanos bravos, 
parada ante lo más escarpado y abrupto de tu costa. 
Rompí mi amor de banderas y de himnos 
lo siento, pero sé que lo hice cuando era muy pequeña, 
aunque nunca rompí con tus matorrales, 
con tu sol cuando juega a perderse  
tras la sierra luminosa de mi lejana infancia, 
ni con la lluvia poderosa e incesante 
que me recuerda a mí misma  
cuando atravieso mis barreras 
y me dejo arrastrar por el llanto mudo  
que me anuda invisible y férreo a mi rabia o a mi impotencia. 
Tampoco rompí mi amor por ti 
ni el sabor de mi viaje cuando te contemplo tan bella 
tras los ventanales del autobús, del coche o del tren 
mientras te paseo en el silencio absoluto y tenue  
que tú me entregas. 

España de amor 
y en continua guerra, 
te amo, es lo cierto 
y lo hago como todo, un poco a mi manera. 
Te veo en las aves, en las nubes, en la luz 
como en las gentes que cruzan tus lágrimas de sal 
de tus pueblos pequeños y de tus ciudades abiertas.  
Te veo sí en la forma de tus árboles y de tus piedras. 
Oro en tu dorso 
y el costal herido por esas pateras, 
mi amor es lejano, casi de exilio perpetuo, 
pero a la vez es limpio porque eres para mí, 
como una niña pequeña. 
Quién pudiera trenzar tu cabello 
y hacerte un lazo grande,  
con las estrellas de tu noche. 
Quién pudiera cantARTE despacio 
y no parecer ni facha,  
                                ni anarquista,  
                                                   ni de izquierdas 
y mucho menos un esperpento    
                                            o un fantoche. 
Me fluyes de sangre. Me fluyes 
y, a veces, en el canto de tus grillos 
creo que entiendo la voz de tus poetas. 
Cómo amARTE en tus vivos, en tus muertos, 
para hacerlos míos, 
si me sale más lo que hay de pasión en mi piel,  
que se enciende en la risa o en la soberbia altanera. 
                                               -Y qué le vamos a hacer, 
                                              si son mis hormonas guerreras- 

Pero sigo buscando el color 
para expresARTE de fruta fresca 
recogerte en mis brazos, como si fueras de hierba. 
Cuando lo encuentre, tal vez, 
me habrá besado la muerte y regrese a tu vientre 
y me sienta más tuya que nunca 
y te brote de rama, o de musgo, o de flor  
hasta ligarme contigo y en ti, 
                                     y seamos para siempre las dos  
                                                                                        paz eterna



(ProVocARTE, 2016)

miércoles, 16 de agosto de 2017

OTRA CITA A CIEGAS



Los símbolos volvieron a caminar descalzos y yo sin comprenderte, no supe verlos.
Atravieso tus sonidos como si fuera mi piel adolescente,
como si el sonido de tu paz, me llevara a otra paz, completamente diferente.
Por llevarme la luz y el viento todo,
fue llorado el viento y el oeste se derramaba en nuestros labios.
Por verte nacer y retenerte.
Desvanecido el grito, no hubo ya más pecado entre mis ojos,
ni hubo a quien culpar de mis olvidos.
No quise dibujarte en mis estrellas.
Campanillas, silbidos y el más lejano cantar de grillos,
guardaron mi almohada de aquellas otras lágrimas.
Quise culparte del adiós lento y pausado,
de los adioses repentidos que nos llevaron al desdén
y nunca se saciaban de nuestra extraña historia.
Pero te estaba pensando sin querer y, entonces y sólo entonces,
volaron alegres los visillos
y la verdad de cada encuentro descansaba en ellos,
con la placentera lucidez de un recién nacido.
Escucha esta vez, la vieja melodía que legaron mis ancestros, está latiendo,
como si esta vez fuera verdad
y nos dejáramos abatir en el amor de un mismo sueño.
Escucha su belleza. Nos invade lentamente.
Las horas van cayendo desnudas
sobre la colorida alfombra
y tu retrato, ahora más feliz y más ufano
se desliza sobre mí, hasta llegar a aferrarse a mi cintura.
Debe ser así.
Me calientas la sangre al temblor de un susurro leve
y todo comienza a vivir en nuestro mundo somnoliento.
Antes de arroparme de nuevo en tus palabras,
me pregunto el porqué tu amor siempre se abre paso, a través de ellas,
entre mis miedos más profundos, entre mis más profundas sombras...


pinterest