Reflexión del día: Una vez le pregunté a Dios, desde la voz de Eva, cuánto dolor cabe en cada alma. (En "Eva y el paraíso evaporado"). Pero Dios no respondía sino era con más dolor. A veces, las respuestas llegan de la manera más insospechada.
Despiertas melancolía.
Te dejo pasar.
No importa nada.
Es tu rostro el de una mujer mayor.
Experiencia y soledad en la mirada.
Manos callosas y cálidas.
Despiertas a la luz entornada de la tarde
de una manera sosegada y plena,
mientras disimulas en mi alma
lo que pudo ser un bostezo o una lágrima.
Me abrazas sin prisas, sin ahogos ya.
Y me fundo en tu piel de hoja rugosa y amarilla.
Ahora somos de paisaje recordado
en la viveza de una llama.
Tus labios saben a dulce casero de madre.
Hay levedad de luna que se oculta
en tu plácida canción de nana.
Despiertas melancolía.
Te dejo pasar.
No importa nada.
Es tu rostro el de una mujer mayor.
Experiencia y soledad en la mirada.
Manos callosas y cálidas.
Despiertas a la luz entornada de la tarde
de una manera sosegada y plena,
mientras disimulas en mi alma
lo que pudo ser un bostezo o una lágrima.
Me abrazas sin prisas, sin ahogos ya.
Y me fundo en tu piel de hoja rugosa y amarilla.
Ahora somos de paisaje recordado
en la viveza de una llama.
Tus labios saben a dulce casero de madre.
Hay levedad de luna que se oculta
en tu plácida canción de nana.