sábado, 9 de febrero de 2013

EL MENDIGO

Volvió.
Llamó tímidamente a mi puerta.
A primera vista, lo confundí con un mendigo.
Manos ajadas.
Barba con enredos, descuidada.
Asimétrico y pardo, su jersey de lana.
El invierno crudo seguía su curso
más allá de la puerta y las ventanas.
Secos los árboles.
Tristeza en la mirada.
Voz trémula, por los años, raída y desgastada.
Soy yo. ¿No me reconoces?
Y un aire frío me azotó.
Un aroma penetrante de humedad y escarcha.
Ese aroma  familiar y cercano
que me sacudió por entero el alma.
Volvió.
Anciano e indigente,
aquel sueño de juventud,
regresó del largo viaje
y yo le abrí de nuevo mi casa.




2 comentarios:

  1. Hermoso,rítmico, musical, de los que se leen solos. Muy sensible la descripción de ese "hipotético" mendigo. Me alegro de que por fin le hayas abiertos las puertas, de par en par espero. Ahora, sólo te queda abrírselas en totalidad a tu alma, expresar con esas palabras bonitas que tú sabes esos sentimientos que te pasan por la cabeza, desnudarte, sin miedos ni censuras, y así al menos, si fracasas, no será por no haberlo intentado.

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    1. Gracias Aurora. Cuando escribo, no me planteo ni lo del triunfo ni lo del fracaso. Llevo escribiendo prácticamente toda mi vida. Me interesa escribir. Que me lean siempre me ha dado muchísimo agobio.
      Si dedico tiempo al blog es porque lo he tomado como un ejercicio de disciplina. Por un lado, me ayuda a ser constante y por otro, a cuidar aspectos estéticos que me pasarían por alto si no los pusiera en un lugar público como éste.

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