viernes, 21 de febrero de 2014

POEMAs TONTOs CON SABOR A MENTA

Los he llamado "POEMAs TONTOs CON SABOR A MENTA",
pero podrían haberse llamado también "mENSAjeS DESesperados eN uN Blog con Forma dE BoteLLa". Lo cierto es que te echo de menos.




"el guardia nocturno no comprende
todas las palabras de la canción
pero comprende el sentido
y ríe de nuevo"
JACQUES PRÉVERT







Me he quitado los pendientes y los he retenido un rato entre mis dedos,
después el carmín de mis labios se ha ido quedando en una toallita que pretendía estar húmeda
y estaba seca.
Agua del grifo y en mi boca un sabor lejano a menta.
Y al final, he tardado en darme cuenta de que en cada uno de mis movimientos
y de mis acciones tan solo estabas tú,
lejano, como el sabor a nombre de mi menta.



De los diez que tengo, siempre eligen el mismo.
Un pisotón y lo que más duele es que no es hora punta en el metro.




Tú querías un amor de terciopelo
y el que yo te ofrecía
tenía más pinta de campanario vacío de campanas
buscando en un extraño palpitar o en la noche
los dedos largos de esa complicidad que llevan algunos silencios.
Y, aunque si lo piensas un poco, terciopelo y silencios riman bien,
la lógica me dice que no deberían estar en el mismo poema.





Para qué pensar, si luego me duelen las ideas...




Es en la duda donde me muevo bien.
¿Cómo serán las branquias que respiran en las dudas?
Todavía no me las he visto,
pero creo que los peces tampoco pueden ver las suyas.




Yo sólo quise escribir poemas tontos con sabor a menta
y me encontré anegada en lágrimas tristes y llenas de tu ausencia.
Me dices que hay un camino para llegar a ti,
tiendes un puente sólido lleno de palabras y de letras,
¿no te has dado cuenta aún de que los que tenemos vértigo
no podemos ver la solidez de ningún puente?
No me dejes caer en el abismo.
Tapa mis ojos, dame la mano y si eso no funciona,
puede que lo haga algún buen somnífero.
Un somnífero con sabor a menta.








sábado, 8 de febrero de 2014

QUÉ LÁGRIMAS MÁS TONTAS








Reflexión: ¿Es posible huir de uno mismo? A veces, si se pudiera, lo haría. Vaya que si...

Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar...
dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Gustavo Adolfo Bécquer




Qué lágrimas más tontas, ésas que ahora y sin querer se me escapan
sin que pueda detenerlas.
Unas veces digo que fue el último renglón de algún libro
del que quise olvidar el autor, el personaje principal, o incluso el título;
la crema, el champú, una nueva alergia,
cualquier excusa es buena, antes de decir que lloro de amor o desengaño
cuando lo que de verdad me pasa es que me está volviendo loca tu ausencia.
Prefiero decir que hubo algo que de veras me impactó
y que lloro, sencillamente porque una noticia o un suceso
me pillaron con el pie cambiado o un poco tierna.
¿A quién le voy a decir que tú eres quien está en cada una de ellas
si todo eso de la emoción  y el sentimiento ya no se lleva?
Y las lágrimas se deslizan en mi cara,
me delatan, te delatan y recuerdan y se empapan en lo amargo del silencio 
que rondaba entre tu y yo.
Ellas quisieran rodar cuesta abajo como los ciclistas, a tumba abierta.
Y cuando me cercioro bien de que estoy completamente sola
las dejó caer silenciosas por mi cara, ahora sí, con plenitud, cobrando todo su sentido, esa tumba abierta.
Porque ya no somos dos y el dolor de estas lágrimas es lo único que me queda.
Esas tontas que me desnudan a la tristeza y a la soledad,
mientras me empeño en recordarte, 
aunque todo lo que me recuerda a ti me muerda fuerte
como sólo saben morder los malos sueños.
Quién se fue o quién quedó ni lo sabes tú
ni puedo saberlo yo,
pero mis preguntas como mis lágrimas ya no esperan respuesta alguna.
Y al final, ya perdida entre sollozos, 
me quedo dormida sin poder alcanzar ni cuando la nombro,
la dulzura ansiada de tu sombra.

jueves, 6 de febrero de 2014

EMPATÍA (POEMA NAiF)

Peluchi y Bebote, fotografía de la autora

El gato ronronea en mi regazo.
Parece feliz y ajeno a todo.
Tiene en mi cuerpo la cama mullida
y no tiene que preocuparse de su comida
porque su comida está hecha.
Suena su piel caliente y ruidosa
cercana a mi vientre.
Late en la vida.
run, run, run, run.
Late, sí, sin temores, valiente.
Lo acaricio despacio,
sonrío. No pienso.
Sé que me sienta muy bien
ser parte integrante
de su simpática melodía.

miércoles, 5 de febrero de 2014

NO PUEDO PERDONARTE

Reflexión: En la relación entre personas, puede darse que una de ellas imponga el silencio como única respuesta. Como si el silencio le otorgara un halo de divinidad o superioridad. Pero en lo aparentemente divino, puede esconderse un exceso de soberbia, engreimiento y algún otro tipo de adjetivo calificativo de esos que descalifican de golpe y porrazo (y sin contemplaciones).
Aunque el poema que traigo podría ser interpretado desde el ateísmo más recalcitrante, no es así. Si alguien dice no creer en el amor es porque lo ha tenido y lo echa de menos. Se trata más bien del reconocimiento de que es algo que está fuera de mi alcance.
(Y sí, se puede aplicar tanto a Dios como a esa persona que admirabas y que te defraudó fuertemente en algún momento... Pero como siempre suelo decir, que cada cual elija el significado que quiera darle. Es mejor así).

Hoy ya sé Dios, que no puedo perdonarte
y mi dolor se hace de llanto y de rabia
y roza la blasfemia y la oración ferviente
en estos versos que se rinden, por fin, a la evidencia.
Si me hiciste grande, me siento en lo pequeño
como frágil silueta emborronada.
Por cada herida que abrió mi piel
y rasgó mi alma,
hubo muchas más
que se hicieron de jirones, sí,
en esto a lo que llamo alma
sin saber si existe;
en esto a lo que llamo pensamiento
que provocó tu muerte con la mía
y nos dejó a los dos perdidos en un vacío inmenso,
en la nada.
Y no puedo perdonarte cuando te acostumbré
a ser en la distancia de mi insomnio, la duda amarga,
cuando a solas te engendré como alimento a mi esperanza.
Y ahora ya sé que no puedo perdonarte
porque en las preguntas que te hice
encontré el silencio y te busqué, a tientas, te buscaba.
Pero no pude encontrar con estos torpes ojos tu mirada.
Y así, te fuiste haciendo de polvo en la escalada.
Tú que eras en mi infancia
el embrión de aquella estrella,
la que lucía más en un universo de emociones,
un universo en el que me hablaste claro y alto,
sin palabras.
La estrella plena de luz que por mí velaba,
la has transformado hoy en la noche oscura
y no puedo perdonar,
que sólo tú puedas salvarme de este abismo
y no lo hagas.

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