Claude Oscar Monet. Campo de amapolas. 1873 |
el Creador de todo lo que respira,
de todo lo que se estanca o
permanece,
muéstrame su grandeza y su bondad;
pero no me ates las manos en su
nombre
ni me escupas en la cara,
porque no podré ver su rostro si no
es a través de ti,
en cada uno de tus actos.
Si tu tierra y tu cultura son tan
antiguas
que se pierden en la memoria de los
tiempos,
consérvala y si quieres
compartirla,
compártela conmigo;
pero no salpiques su historia
matando
a quienes no saben comprender sus
maravillosos tesoros,
porque cada uno de esos muertos
son los que hablarán por ella.
Indícame los caminos que hombres y
mujeres
de la oscuridad, de las estrellas,
los que hay en los océanos,
o en los distintos parajes de la
tierra;
y si por casualidad,
no quieres que tome el sendero
equivocado,
no lo cerques, ni te inventes
fuertes muros.
Si no he sabido percibir toda la
gloriosa esencia
de aquello en lo que crees,
déjame seguir mi rumbo
y dame la libertad de vivir con mis
simplezas.