domingo, 18 de noviembre de 2012

PENÉLOPE

Niebla,
una niebla redonda y gris
y el zumbido insospechado de la duda.
Un momento de nostalgia
y tu rostro se me borra,
como el vaho va borrando la ilusión de los espejos.
pero quiero creer que sigues aquí, tan a mi lado,
que un estremecedor escalofrío de ternura
recorre bruscamente los paisajes de mi espalda.
Sí. Quiero creer y, sin embargo,
tu silueta se me ha convertido en una extraña
a la que apenas reconozco.
Niebla, niebla, niebla.
Una niebla poderosa va ocultándome la fe por los reencuentros.
En las tardes alargadas por la espera
ya he tejido con tu ausencia, para el alma,
una oscura soledad y una tristeza silenciosa y sin contornos;
ya he tejido con el tiempo, para mis ojos,
un desdén inmaculado hacia las lágrimas.
Todo lo que deseo es poderte ver entre mis sueños,
pero simplemente encuentro niebla,
una niebla redonda y gris
que me hunde en esta certeza a la que no puedo darle un nombre.

Olga Becerra


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