jueves, 28 de marzo de 2013

LA LUZ DE LA MAÑANA

Reflexión del día. Aquellos pensamientos me pegaron fuerte."No hay un porqué para la vida. No hay nada -objetivamente hablando- que nos diga que existir tiene una razón de ser". Lo he meditado. Creo que es verdad. Tenemos que cargar el equipaje personal -ese que parece que no se ve-, con ilusiones, motivaciones y disfrutar del paisaje en la medida que se pueda.

Quién pudiera ser para ti la luz de la mañana,
el eco rumoroso de la rama
que agitada por el viento se desprende de nostalgias.
Quién pudiera descubrirte mi llamada,
ser pájaro que trina y que busques mi canción con tu mirada.
He visto que la muerte, el sufrimiento y la vejez
se detienen en todas las ventanas
y he visto que no miran el rastro de sus pasos
marcados de rutina y de desgana.
He notado que el dolor nos va dejando
cicatrices y heridas mal curadas.
Por eso quiero sonreírte y traerte hasta mi piel, amor,
como antídoto a la maldad que viste de oscuro tantas almas.
Quién pudiera, contigo, de tu mano,
cambiar el camino hacia ese destino final que nos aguarda. 




Imagen de Maua Orma








viernes, 22 de marzo de 2013

ALGO PARECIDO A UN CUENTO

Reflexión del día: ¿En mitad de un verso cabe "algo parecido a un cuento"?  Hubo una época en la que cartas y cuentos fueron para mí mucho más que eso.


"La ciencia no nos ha enseñado aún 
si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia". 
Edgar Allan Poe.



     Creí haberlo encontrado. Era como si estuviera hecho a la medida de mis propios sueños. De la misma materia, con los mismos colores y formas. Sus maneras de actuar o de pensar habían salido de ellos, de esas fantasías meditadas al calor de su imagen o de otra cualquiera que, por extraño que pareciera, siempre me llevaba a la misma, única e inconfundible. 
Fragmento de Paz
Maua Orma
  Me acerqué a él con el descaro de la curiosidad. Me pareció demasiado atractivo y demasiado bueno para ser cierto. Incluso había algo de diversión en todo aquello. Pero entonces sentí una punzada larga e hiriente y, en aquel momento, supe que era el dolor de su mirada. Un dolor que calaba hasta los huesos. Un dolor de campo de batalla.
     Cambié de estrategia y me seguí acercando como en un susurro agonizante y lento. Cercanía de sigilo. Casi imperceptible. De puntillas, llegué a situarme al cobijo de su sombra. Fue así como entendí de las amarguras que escudaba tras la máscara de algunas sonrisas ligeras o jocosas. 
    Sin apenas darme cuenta, el diálogo se había hecho un hueco entre nosotros. Un diálogo diferente y mágico. Casi mudo. Un diálogo en el que me mostraba sin falsos pudores sus abismos y, era como si en este mundo o en otros, solamente yo pudiera verlos. Un diálogo en el que me hacía   invisible, aunque sabiamente omnipresente, como hace el artista con su diosa o con su musa. Como si quisiera protegerme de la estupidez mundana que tanto y tan bien conocía. Un diálogo de avispado juego en el que me hacía mover una ficha tras otra, despertándome al deseo de esa aventura traviesa y loca, en la que tan solo cabía una certeza obstinada y cruel, llamada duda.
      No podía parar de seguirlo porque en mi día a día había indicios, pequeños rastros casuales que, como cebos, lo iban  atrayendo a mi regazo una y otra vez. Y él lo fue llenando todo. incluso en aquellas meditadas pausas silenciosas estaba su nombre acariciándome hasta la tortura. Quise huir y lo hice. No puedo decir que lo intenté porque realmente lo hice. Era todo tan absurdo...
   Mañana gris de pensamiento gris y en el mar de las sensaciones, lo gris se agitaba retorciéndose furioso cuando apareció como estaba acostumbrado a hacerlo, altivo y distante pero mostrándome un nuevo presente. Y en ese pequeño guiño ahogué un tremendo grito de terror, mezcla de presagio y sufrimiento.
      Él lo sabía. Tenía por fuerza que saberlo, pero se obstinó en mantenerme alejada de su más íntimo secreto. Un par de días atrás por azar, encontré viejas cartas, viejas fotografías de su pasado. Puede que él las hubiera dejado ahí por descuido, o que creyera que ya las había visto. Pero las revisé muy lentamente, asombrada y muy atenta, hasta que comprendí, como se comprende cuando se sabe leer entre líneas, que yo estaba presente en él mucho antes de que nuestras miradas se encontraran. Antes de que la complicidad jugara a enredarnos caprichosa. Comprendí ya sin duda alguna, que antes de conocerme, él también me había pintado en algunos de sus más lejanos y terribles sueños y que en ellos, yo siempre aparecía muerta. 

domingo, 17 de marzo de 2013

TU VOZ


"Y lo que entonces me sucedió de una manera tan cruda creo que ocurre también de diversos modos a quienes tienen ambiciones por modestas que sean, por las que tarde o temprano tienen que pagar un elevado precio, y sólo los abandonados y quienes han renunciado a todo pueden esperar no verse obligados a pagarlo". Fragmento de La Romana de Alberto Moravia.

Reflexión del día: Acabo de saldar una ya demasiado vieja deuda. No era monetaria. Tampoco mediaron promesas ni nada por el estilo. Fue su insistencia, repetida durante el tiempo corto e intenso que duró nuestra amistad, la que despertó mi curiosidad. Hoy, que todo debería haber quedado claro, en mi  interior se desata una tormenta y por extraño que parezca, me siento humildemente agradecida.


            (A Domi)
Cuando recitas, el murmullo de algún mar
se detiene en todo aquello que tu nombras,
por eso háblame muy despacito,
para que sólo yo pueda oír
como la espuma fresca se va anudando
invisible entre los dos
hasta hacerse de belleza
                            transparente
                                               en la memoria.
Nos hundiremos juntos en la empuñadura de la noche,
como si su continuo parpadeo
fuera una candela infinita
y será nuestra noche, la misma noche
en la que brotaron desde un alma
                             atormentada
                                               aquellos versos.
Háblame así, muy despacito,
para que la magia del poema
se vaya deslizando lentamente entre nosotros,
tan simple y natural como el vaivén
                                                       que hay en las olas.




martes, 12 de marzo de 2013

HA VUELTO A SUCEDER

Reflexión del día: Probablemente muchos comprendan el porqué escribo este poema. Si dijera que es fruto de la casualidad, mentiría. Lo cierto es que hay mucho de casual en todo esto. Me gustan las casualidades, qué le vamos a hacer. 


Ha vuelto a suceder y es cosa extraña
que se esconde en el secreto que vive en las palabras
Un cuento mágico desciende lentamente
desde el mundo de las hadas.
Levántate, camina y sonríe
porque puedes recorrer la silueta de este juego
a lomos de un corcel o hacer que tu montura se convierta
en las motas de esa luz que te llama y no te nombra.
Y ahora lo sé. Me abraso en la certeza del prodigio.
He visto al niño.
Y es un niño que salta entre los charcos
y silba de camino hacia el colegio
despreocupado, alegre,
sabiendo que se siente diferente de los otros,
sabiendo que lo toman por chalado, por distinto.
Es un niño que lee y cuenta historias
porque en las hojas de un cuaderno
él no ve lo que miran nuestros ojos,
para él son puertas, son ventanas,
que le abren los misterios de personajes y destinos.
Ha vuelto a suceder y él, 
con esa plenitud de su inocencia,
lo ha entendido.

viernes, 1 de marzo de 2013

EL VINO QUE LLENA TU COPA

Quisiera ser el vino que llena tu copa
y deslizarme alegre y bullicioso
en las comisuras de tu boca.
Quisiera despojarte lentamente
Ilustración de Maua Orma
de las penas que te azotan
y ser burbujeo de cosquillas
renovado en tu garganta,
una musa silenciosa,
que está presente y no se nota.
Quisiera revelarme poco a poco,
o de golpe, en tu mirada;
dibujarme en los cristales transparentes
que a tus labios van
y en tus labios me descubren soñadora.
Quisiera ser el vino que desnuda
el sentido en tus palabras,
recorrer tu cuerpo
y llegarme hasta tu alma.

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