Este poema lo escribí de un tirón. Iba dirigido a alguien en concreto. (Desde el comienzo de la lectura os daréis cuenta de que se trataba de una mujer).
Con el tiempo,su significado singular, se ha hecho plural ya que ha ido ampliando sustancialmente su radio de acción. Esto no es que lo convierta en bueno precisamente. Pero produce cierto grado de satisfacción no tener que escribir algo parecido a personas que ni siquiera lo merecen.
¡Oh diosa de las oh diosas!
¡Oh reina de las oh divas!
Otra vez me has
vuelto a negar el saludo.
¿De qué me culpa
ahora tu bendita perfección?
¿Por qué a tu
silencio ingrato me castigas?
Ante ese desdén inmaculado
que tú me ofreces,
ante tus pies
perfumados por ese sutil aroma
de un cielo más
alto que el cielo del Edén,
que las nubes
perpetuas del Olimpo,
como la esclava más
sumisa, yo me postro.
Por el poder que te
ha sido otorgado
que traspasa las
barreras del espacio y de los siglos,
por la eternidad
que se aloja en
cada uno de los poros de tu piel,
respóndeme, ¡oh,
diosa!
¿Por qué te
malgastas nuevamente en los desprecios?
¡Oh diosa de las oh
diosas!
¡Oh reina de las oh divas!
Escucha mi oración.
A ti te rezo.
A ti va dirigida la
humilde súplica de esta sierva.
Oye mi ruego.
Haz que este
diminuto ser que se aloja en un insignificante cuerpo
-al que esperan
como festín tantos gusanos-
se convierta
sencilla transparencia en tu mirada.