Como
un fantasma cruel transitas por mis sombras más profundas.
Yo que
te imaginé y te hice mío, a mi capricho,
para
ser la luz de mis anhelos, caí en la trampa.
El
juego ha tocado fondo.
Se ha
hecho demasiado duro.
Demasiado
amargo.
Todas
las puertas del paraíso se han cerrado.
Disfrazada
de rutina y soledad,
avanzo
extraviada hacia un infecundo revoltijo de tinieblas.
Después de tanto amor, algo se me rompió por dentro.
Algo
que me desamparaba y me hundía en el desconcierto,
algo que
me fue dejando en la mirada
cierto
regusto de mentira y burla.
No
supe dibujarte bien, amor,
confundí
el calor de tu piel
con
el abrigo de algunos sueños desgastados.
Llegó,
entonces, de puntillas esa plegaria honda y despiadada
sacudiendo
mis agitadas sienes con su viento frío y seco.
Y la
duda de este loco amor se me hizo pesadilla.
Me
acorralaba.
Y tú nunca
podrías llegar a sospechar
que eras
el amante apasionado de aquellos versos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario