jueves, 26 de enero de 2017

YA NO QUIERO PRONUNCIARTE

Imagen tomada de Internet

Ya no quiero pronunciarte para cruzar la luz que hay en tu ocaso.
Se disiparon las venganzas, los rencores, las tragedias,
cuando una vez olvidé mi propio rostro, mi nombre y mis latidos,
y era aquel un de repente, hecho de instantes infinitos.
Dulce secuencia. Dulce, eterna y breve,
como el crepitar de la llama, penetrando en los sentidos.
Suave, suave.
Palpitó la paz, se deslizó desnuda por mi sangre.
Inocencia sublime en ese encuentro.
En los gerundios, encontré la clave
que me enseñó a decirle adiós a lo que duele
y a sentirme feliz en este siendo.

jueves, 19 de enero de 2017

SUPERSTICIÓN




Será que ha empezado el frío,

con su manto gris,

a despertar la lumbre del recuerdo,

porque ya no te encontré en la luz y el movimiento.



Pléyades en la punta de tus dedos.

Nada ha cambiado. Aunque hoy te miro de forma diferente.



Alcancé el amor, y se me olvidó rezar

aquella tarde de enero, de aquel preciso jueves,

cuando el afilador pasó chillando más fuerte

que el viento huracanado entre las tejas.

No nos hizo falta que llegara el domingo para llorarte.


Pasó la muerte por tu rostro.
Los sueños de ayer se disolvieron de repente.

Cuando lo comprendí,

tuve mucho más cuidado al escogerlos.



Será que ha empezado el frío,

pero ahora que te entiendo algo mejor,

y que sé que volverán a florecer en primavera los cerezos,
te sigo echando de menos.

viernes, 13 de enero de 2017

17 DE ENERO


 A mi hermana Yolanda
Prefiero pronunciar hierro, desliz o carcajada
antes que pronunciarte a ti,
cuando en ti se me remueven las venganzas y las sangres.
El tiempo me transforma poco a poco,
pero tú te has quedado en estatua de sal,
mi querida indómita y salvaje.
No hay vuelo, ni regresarán para nosotras dos
nunca más las aves.
Nada queda del dolor  y, la ira se aplacó
cuando me hice con tu adiós,
un auténtico y especial juego de naipes.
Te dejé ir. 
Aunque si aparece la niebla del recuerdo, 
no consigue hacerte gris
ni amarillearte en los papeles.
Eso sí, enmudeció mi voz
de aquellos cantos juveniles.
Las guitarras ya no suenan.
Relegadas a un rincón, algo hizo
que ante mis ojos, desaparecieran.
Se quedaron atrás aquellas noches, 
en las que entre lágrimas contaba diez,
para zambullirme por los tiempos de la infancia.
En el invierno de ayer, cuando cada 17 de enero
sólo era el día de san Antón
y, todavía para mí, no significaba nada.


miércoles, 11 de enero de 2017

POEMA MÍSTICO X


Déjame ser en ti, como en lo escondido
de un lejano sortilegio,
y después, latido profundo,
elixir, llama o ladera.
¿No es prodigioso que en mi piel haya memoria
del primer motivo que empezó a vibrar sobre la tierra,
o del primer cerebro que dejó de ser sólo materia?
¿No es maravilla la estructura y la complejidad 
de cada una de mis células?
Quién sabe.
Cuando, como ahora estoy en este biológico mar, 
cualquier milagro es posible.
Terminaré por reconocer que, después de todo,
y tras la vida, 
hay aún mucha más vida y nos espera.

jueves, 5 de enero de 2017

LA NOCHE SIN VERBOS

Fotografías tomadas de "El País"

Para mí, sin ninguna duda, la noche de las maravillas, la más mágica de cada año. La noche sin verbos. 
La música y el color de los viejos duendes. Todos en la calle, en la algarabía, en la cabalgata. Guantes, bufandas y gorros de lana entre alientos humeantes y de fondo, en la piel, ilusión y frío. La noche del juego, de los villancicos y de los mejores deseos. 
Y en las luces, más luces y en los niños más niñez que nunca. De vez en cuando, los caramelos en el suelo y en las manos nerviosas, un ¡mío! repentino y triunfante. Instantáneas las risas de envidia y el olvido de la breve lucha, en un después fulgurante. ¡Aquí! ¡A mí! Numerosos gritos de atención de los más grandes o de los más pequeños. Una carroza y después la otra.
Prodigiosa noche de proyectiles tan dulces como extraños.
Así, cada uno con el suyo, saludos, aplausos y peticiones. ¡Los Reyes! El viejo Melchor, el de barbas blancas, el guapo Gaspar y el negrito Baltasar... Todos, hermosos y todos muy solemnes.
Después, al final, las barredoras municipales y un asfalto muy diferente al de antes del cortejo real, con tantos confetis y envolturas de caramelos.
Y por fin en casa. Allí los zapatos vacíos, más acá, el heno, la paja para los camellos. Un vaso de leche en la entrada, para los pajes y duendes y ¿para los Reyes? Para ellos, este año, en la mesa del salón, una botella de cava bien fresquito y tres copas. 
La sonrisa del padre en la cara y en la de la madre, una alegre complicidad, y un tierno silencio. ¡A la cama! ¡A la cama! Hoy, todos de acuerdo.
¡La noche de la estrella más alta y más grande! Y su magia en las cintas, los colores del papel y en la suavidad de cada paso, del más leve movimiento. El prodigioso acierto del juguete nuevo. Los Reyes. Sus huellas en cada recuerdo. Sus rastros, en los sueños profundos del niño. Los sueños de los porqués sin respuesta con sabores a turrón de chocolate y a mantecados de Estepa. 
Para mí, la gran noche. La noche de la infancia toda, incluso la del viejo cansado o la de la adolescente altiva. Glorioso ruiseñor el de las profundas sombras de esta noche. En su melodía, el jolgorio y la sorpresa, ajenas por completo de las maldades del mundo y amigas de la más pura y fantástica inocencia.

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