domingo, 24 de julio de 2016
jueves, 14 de julio de 2016
SOY UN AMERICAN STANFORD
Imagen tomada de la red |
Soy un American Stanford y no soy
un alcohólico anónimo.
Tengo tres obsesiones: la comida, perseguir
una pelota
y nadar en una charca grande.
No sé lo que es la moda, aunque
dicen que tengo un buen pedigree
y que mucha gente al verme, se
acojona.
Nunca trafiqué con armas, ni con
hembras, ni con dinero, ni drogas,
tampoco con las ilusiones de tener
más o ser más
por negocios, sabiduría o físico,
como les pasa a muchas personas.
Soy un American Stanford
Y nunca permití que mis cachorros
se ahogaran en la orilla de una playa,
los dejé tranquilos cuando su
madre los amamantaba,
no los prostituí y no corté sus orejas, ni su clítoris lo puse en una bandeja,
tampoco los dejé desatendidos para ver un
partido de fútbol
o chatear con el móvil.
Soy un American Stanford y jamás
puse a mi hembra
cinturón de castidad, ni lazos rosas, ni velos para
cubrir sus hocicos.
Porque si algo tuvieran que
prohibir, yo apuntaría a todo lo que amordaza.
Lo que nos pone límites como
bozales, corazas y cosas por el estilo.
Soy un American Stanford y me
gustan las noches de luna clara,
dormitar al calor de la lumbre y
pasear con mi hombre,
ese que me acompaña en este viaje
llamado vida,
porque sé que la vivo en un continuo presente,
pero tuvo principio para todos y a todos se nos
acaba.
Soy un American Stanford, me
conoces por mi planta.
Tengo estampa de fiera y apenas
conozco los miedos.
Es verdad que sé pelear y cuando lo hago, siempre es de cuerpo a
cuerpo,
nunca fabriqué ningún arma -ni
siquiera sabría manejarla-,
y no es porque no tenga manos, es
porque prefiero la calma.
Soy un American Stanford, leal y
fuerte, un buen compañero,
no sé de política, de religiones o
credos,
me incluyo en los seres de paz a
los que cantaba un tal Lennon.
Soy un American Stanford,
y no te voy a instruir para ser mi viva imagen.
Para quererte, no tienes que ser como yo.
Nunca talé un solo árbol, ni fui
el inventor de los plásticos
y jamás jugué con la fusión de los
átomos.
Soy un American Stanford y dicen
de mí que tengas mucho cuidado.
Que soy una raza extremadamente peligrosa.
jueves, 7 de julio de 2016
JAQUE MATE
Como todo buen monstruo, te me has ido de las manos.
Amo la destrucción a la que
sometes mis principios
y a la vez, no la soporto.
¿Y si yo te dijera un sí quiero?
(No sé si ya te lo estoy
diciendo).
¿Y si te dijera solamente un sí
para recorrerte en los de nuevo?
Sé que sigues con tus
apreciadas normas,
en la frontera inmaculada de un
mismo tablero
como si vivieras la verdad de
un ajedrez,
en el que nada tiene remedio.
Vamos los dos perdidos en el
fragor de tu batalla,
condenados a no encontrarnos nunca
en la misma casilla.
Y yo te digo
sí quiero, sí, siempre contigo,
a pesar de todo y al caer
de nadie,
pero tú te empeñas en ponerme
en jaque
y decides sacrificar a tu
propia reina,
cuando el juego de este amor no
lo exige en absoluto.
lunes, 4 de julio de 2016
REFUGIO
Me he
refugiado en la risa,
en la
caricia del gato, en la mirada del niño,
en las manos amadas, en el calor de esas manos,
en el borde más estrafalario y fresco de la brisa,
en la
frontera absurda del viejo cuaderno,
en el
reverso casi blanco de los calendarios muertos.
También
me refugié de la distancia
al pronunciar tu nombre
que
vibró como mi dedo
en una cuerda grave de guitarra.
Me he
refugiado en san Juan llegando el alba
en José
Hierro a la caída de la tarde
y,
cuando busqué refugio
en un aire de silencio cálido y sencillo
garabateé,
sin pensarlo mucho,
sobre el papel que ya otros habían usado.
De
manera simple y sin esfuerzo,
vi que
le fueron saliendo versos y poemas,
como si
fuera la vegetación cerca del cauce
de
algún extraño y caudaloso río
que llevaba ilusión y luz en sus entrañas.
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