lunes, 4 de julio de 2016

REFUGIO


Me he refugiado en la risa,
en la caricia del gato, en la mirada del niño,
en las manos amadas, en el calor de esas manos,
en el borde más estrafalario y fresco de la brisa,
en la frontera absurda del viejo cuaderno,
en el reverso casi blanco de los calendarios muertos.
También me refugié de la distancia 
al pronunciar tu nombre
que vibró como mi dedo 
en una cuerda grave de guitarra.
Me he refugiado en san Juan llegando el alba
en José Hierro a la caída de la tarde
y, cuando busqué refugio 
en un aire de silencio cálido y sencillo
garabateé, sin pensarlo mucho, 
sobre el papel que ya otros habían usado.
De manera simple y sin esfuerzo,
vi que le fueron saliendo versos y poemas,
como si fuera la vegetación cerca del cauce
de algún extraño y caudaloso río
que llevaba ilusión y luz en sus entrañas.


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