jueves, 30 de julio de 2015

FEDERICO GARCÍA LORCA

Reflexión: Nunca quise poner fecha a mis poemas. Pero éste que rescato hoy tiene más de 25 años.
Lo hice pensando en su poética, en su mundo lleno de símbolos y en esa atmósfera tan personal con la que supo dar aliento a toda su obra.



A Federico García Lorca
Federico García Lorca.
Imagen tomada de la Web













Lorca, la luz del gitano en su tierra
de musgo y de yerba, es dardo, es saeta,
tu doble latido de hombre y poeta.
Orgulloso el brío, en tu ser se encierra.

Nace el amor en navajas de guerra.
¡Ay, luna llena, la luna profeta
que observas atenta la noble treta!
Resuena un hondo gemido en la sierra.

Llora la niña, el jinete, el lucero
y el agua en la fuente es fulgor de anillos
yermos. Hoy canta tu nana un jilguero.

Arriba, en el monte, gimen los grillos.
-¡Ay, qué soleá! canta el romancero
que arrastra el silencio de tus cuchillos.


                       Olga Becerra

sábado, 18 de julio de 2015

CIMA INCONFUNDIBLE

Imagen tomada de la Red

Te llevaré hasta ese dios que hay
en la cima inconfundible de algunos besos,
hasta el umbral de los abismos de un misterio.
Te llevaré sí, descalzo, por las orillas de mi altar
hasta que alcances sin saberlo, mi epicentro.
Te llevaré por el calor, por el latido de mi pecho
y respirarás amor
y en ese amor, me encontrarás de nuevo.
                                                               

DECRETO

Decreto sobre mi vida 
que yo soy la única autoridad para vivirla.
Que deseo vivir enfocada en el amor 
y no en las angustias, en los miedos,
o en los duelos
para que mi experiencia sea mejor
y más alegre y divertida.
Decreto que es en el amor donde estoy, 
donde me encuentro
y que él es la mejor manera de alcanzar mis metas,
de conseguir mis sueños,
por muy extraños que parezcan,
porque soy parte de algo grande 
a los que algunos llaman dios y otros universo.
Decreto que estoy en el hoy y en el ahora,
en la paz y en el perdón
y es donde me encuentro plenamente, 
para contemplar la perfección de lo que cambia
o de lo que en apariencia permanece,
en un presente que es temporal 
y el mayor obsequio que me hago y que me han hecho.
Decreto estar feliz y ser por siempre agradecida.
Y decreto ser consciente de aquello en lo que creo 
y cambiarlo si es preciso, 
para sentirme lo mejor que me ha pasado, cada día. 
                                                                   Olga Becerra

lunes, 6 de julio de 2015

RETRATO DE DOS ADOLESCENTES








A Ana Isabel Barcina.
A Ranedo y al valle de Tobalina,
a sus gentes y estén donde estén,
a mis recuerdos.

 









Viví la palabra pueblo y conjugué el cántaro
con la voz de las aguas, de la azada y de la huerta,
del pozo en la plaza, de la fuente honda
o del olmo partido por el rayo y de la casa del maestro
en aquella época en la que tenía unos dedos largos
en forma de avellano.
Tal vez me despedí demasiado pronto de la luz
o de la timidez de sus  estrellas
y aunque no fui consciente ni tampoco lo deseaba,
dejé marchitarse en un rincón,
mi dorada adolescencia,
pero estoy empañada de esa nube
que me llueve por dentro
y me grita desaliño y merendola 
y bicicleta y tocadiscos
y quiero correr y me descalzo
para saberme tierra, flor o piedra
-en realidad me da lo mismo-
y voy hacia ti y desaprendo para entonar, amiga,
contigo, siempre contigo, esa canción
que me vuelve a saber a cereza, a ciruela,
a travesura y guiño
en la sombra mullida de aquel frondoso tilo,
de nuestro amado tilo.
Puede ser que la vida nos recoja o que al fin nos desconozca,
también puede que nos asuste o nos invada
o que de repente, nos invite a arrepentirnos
o a inventarnos y reinventarnos cada día,
pero hoy sé que no me importa
porque nos entrega el tiempo
y el tiempo, amiga mía, es peregrino en los labios del deseo
y se pliega y se despliega ante tus pies, si se lo pides
y agradeces con la magia y la inocencia de los niños.
Y ahora son las mismas huellas de ese tiempo,
y el musgo, y las casas, y las gentes y sus fiestas
quienes me hablan de ti y de mí
y de su paso liviano que nos permitió ser,
así, sin más calificativos,
ser lo que en esencia, en pura esencia siempre fuimos.
(Me detengo un momento a contemplarte.
Eres parte inconfundible en mis recuerdos.
El silencio me habla de ti
y mientras lo escucho,
me brotan los versos a golpe  de sonrisas
y suspiros).
Miro al cielo, al viejo campanario
y escucho a las ranas en la misma charca,
con la misma oración que unifica los misterios
de los mientras con algún primer beso de amor
que ya parece quedar demasiado lejos
y de repente, sobrecoge.
La cebada amarillea por los campos.
Los perros caminan al encuentro de la noche
y la Vía Láctea aparece solemne
queriéndonos mostrar ese latido que nos une
y que nos mueve y nos conmueve
y que se expresa en sensaciones huyendo del color
descolorido que le brindan las palabras.
La luna, como cada noche,
más humilde o más altiva
nos susurra que hay ciclos y finales de verano tristes
pero regresa a nosotras
y nos mira en lo que parece una distancia larga o infinita.
Soñemos nuevamente con el silencio, y el grillo y la noche
conversando como entonces
y dejando que se expandan sus secretos
porque ahora entiendo bien lo que dicen
cuando hablan de lo que de verdad importa, de lo que permanece
y da sentido a la existencia.

                                                                               Olga Becerra

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