Déjame ser en ti, como en lo escondido
de un lejano sortilegio,
y después, latido profundo,
elixir, llama o ladera.
¿No es prodigioso que en mi piel haya memoria
del primer motivo que empezó a vibrar sobre la tierra,
o del primer cerebro que dejó de ser sólo materia?
¿No es maravilla la estructura y la complejidad
de cada una de mis células?
Quién sabe.
Cuando, como ahora estoy en este biológico mar,
cualquier milagro es posible.
Terminaré por reconocer que, después de todo,
y tras la vida,
hay aún mucha más vida y nos espera.
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