jueves, 7 de febrero de 2013

MOMENTOS


Atesoro algunos momentos.
Diferentes, únicos, cromáticos, intensos
cómplices de mi piel, 
de lo que dicen mis miradas,
de lo que arrastran mis silencios 
o va en mis carcajadas.
Momentos.
Los convertí en lugares para soñar
pero procuré evitarlos como templo o como altar.
Lugares para el encuentro, para el adiós
para deleitarme nuevamente en aquel preciso sabor
que, en la evocación, nunca parecía estar tan lejos.
Momentos gloriosos o de pena inmensa,
de desdenes, de consejos,
escapando al desamor o a los cortejos.
Momentos.
Enfrentándome a mis miedos,
dudosa, esquiva, fanática o firme.
Momentos.
Se llegan hasta mí.
Sin rostro y sin ojos, me miran.
Sin boca, me besan. Suspiran.
Sin manos, me tocan. Me alcazan.
Así los abrazo y me abrazan
como quien pudiera encender una vela
para contemplar la llama tenue
y fundirse entre su plenitud de colores 
que al humo van
y nunca vuelven.

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