viernes, 5 de octubre de 2018

PODRÍA LLAMARSE IMPROVISACIÓN O DECADENCIA



No sé cómo titular mi último poema.
Podría llamarse improvisación o decadencia.
Otoño es de esas palabras que se pueden llenar con rimas zafias y divertidas.
Escuchar a Cocciante en la madrugada de un viernes resulta ya caduco.
Como las hojas amarillas de este recién estrenado octubre que entra en silencio
a través de mis ventanas.
Y me queda el ayer de un campanario viejo, con tus manos,
siempre regreso sin saber porqué
al calor y al juego alegre de tus primaverales manos.
Aunque quiera, no puedo olvidar lo triste que quedó Venecia sin ti
ahora que Aznavour se fue
y está tan reciente su partida.
Lo cierto es que ya no me quedan amantes en la retaguardia
que me canten algo parecido a gorrioncito qué melancolía...
Y la cena del viernes, sin expectativas sexuales
y sin errores de cálculo.
El gato ronronea a mi costado.
Lo incierto es el gato.
Lo veo amarillo como el color de la estación
que va cubriendo mis canas teñidas de recuerdos.
Otoño es una de esas palabras que puede carcomerte
algo inconfesable en las entrañas.
Al fin y al cabo la Edad Media es una bella edad,
si sabes como sobrellevarla.

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