Lo que parece una cita, no lo es: forma parte de la misma unidad poética. No soy la primera que hace esto. Es un pequeño preámbulo en el que pongo de manifiesto que las palabras que otros nos dijeron, anidan en nosotros y entran a formar parte de nuestro ser. (Porque nosotros lo permitimos, claro...)
Qué agujero negro el de la palabra
cuando rinde a los ejércitos
y convierte las derrotas en
arengas,
destruye la fe y arranca las
certezas,
se desplaza por la sangre
y sabe vivir agazapada en cada
una de sus cuevas.
Palabras que explotan de
repente,
palabras que no dicen nada
y que suenan poderosas y
grandilocuentes,
palabras rectas, retorcidas, sibilantes, sibilinas,
palabras viejas como el mundo
en el que resuenan nuevas
y como recientemente descubiertas,
palabras-trampa, palabras-nido,
palabras-arquetipo,
palabras incumplidas, palabras
que se confunden con promesas
palabras que remiendan una y
otra vez
y que dejan ver lo roto que
yace bajo el zurcido,
palabras-meta,
palabras-que-resquebrajan-horizontes,
palabras de bala de escopeta, palabras
para decir adiós,
palabras que nos vacían o
palabras que no nos llenan…
qué más da, si cuanto más las
miro, más me liberan,
mientras las veo partir hacia
el último poema que escribí,
como el vuelo que dibujan al
regresar a casa,
las bandadas de aves
migratorias.
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