viernes, 8 de agosto de 2014

CARRUSEL


Ilustración de Maua Orma
Explorar nuestro interior como los héroes mitológicos o los personajes de cuento. Ahondar en nuestras zonas oscuras o salir a la luz. Tener la perspectiva de la cueva y las sombras de Platón o caer en tu propia madriguera cuando vas tras el conejo blanco que se obsesiona con el tiempo. 
El tiempo. Ése que todo el mundo se ha empeñado en hacerte ver que es un tesoro, pero nadie más que tú sabe cómo gastarlo bien, aunque te lluevan los consejos. He llegado a esa madriguera absurda y llena de tinieblas. Mi madriguera. He podido comprender que en cada uno de nosotros hay una reina de corazones, maniática, intransigente y dictadora; un sombrerero loco o un mundo de sueños todavía por darse o de incomprensiones sin sentido y sin posibilidad de ser resueltas nunca... Al menos desde la lógica o el pensamiento razonado. 
Todo eso y mucho más, en las reflexiones de estos últimos días.



Alicia.- ¿Cuánto es para siempre?
Conejo.- A veces, sólo un segundo.
Lewis Carroll
Alicia en el País de las Maravillas

Era la verdad a medias, tortuosa y vacilante,
pero siempre a medias.
La noche murmuraba en mi coraje
para desvelarla o cubrirla para nunca o para siempre,
y seguía siendo a medias.
La pusiera donde la pusiera:
en la despedida, en el amor o en la inocencia,
en la melancolía, en el dolor o en la belleza,
la verdad siempre era una maldita verdad a medias.
Se me quiso romper la luna
precisamente cuando me columpiaba en ella.
Aunque en el fondo lo sabía,
sabía que volvería a ser como todas las anteriores,
una verdad a medias,
como sabía que tenía más de mentira que de verdad,
y aún así, me empeñé en creerla.
Y por creerla, la alimenté robusta y fuerte 
y me aferré a sus manos, pero también a medias.
Qué balanceo tan estúpido el de este carrusel
y qué amargas coincidencias hacen que se escapen
de mi espalda muchas, muchísimas verdades a medias,
de esas que se pasean remotas
y que huelen como los viejos que no se asean.
Ahora, que la noto ausente, que no me importa,
la encuentro junto a ti. Estás pegado a ella,
Ahora comprendo que tú también fuiste, como ella,
sólo un reflejo y una ilusión, en mi verdad a medias.





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