Como si pudiera hacerme cargo de tu soledad,
la desgrano de a poquitos,
verso a verso.
Persigo una verdad que nunca llega
y te imagino en esa paz que aúlla sin cesar
a tantas lunas llenas
expulsada hacia otras posibles existencias.
¿Pero qué decirte cuando te apresuras a correr
hacia tus abismos densos?
Mírame, ya ni te pienso
tan solo acudo a este prodigio milagroso
que nos cubre en su silencio.
Nunca pretendí ser ni tu guía ni el maestro
y por eso callo y desde aquí, contemplo.
Me estoy permitiendo florecer
y ahora,
que he aprendido a liberarel poder original de mis palabras,
desde el vacío más profundo,
te llamo mía,
amada alma,
y así me surges,
desde el rincón más abrupto
de un ensueño.
Ya no necesito tus urgentes lecciones de amor,
ni tus ansiados sacrificios,
desde que aprendí a dirigir mis flechas
a mi propio corazón: todo es distinto.
Si después de un rato me dejo qué pensar, merece la pena leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge!!! La verdad es que me paso la vida invitando a pensar.
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