viernes, 17 de marzo de 2017

PERFECTA MEDIDA



Reflexión: Los traumas son como quitarte unos zapatos que te han estado apretando tanto que te han hecho rozaduras y llagas. Quitártelos de encima es liberador. Tirarlos, aún más. Después hay que cuidar las heridas con mimo hasta recuperarse totalmente. El paso final es el olvido: Adiós heridas, adiós zapatos. Adiós malos tiempos.
Los buenos recuerdos son otra cosa. Llegan y producen alegría, ternura al asomarnos a circunstancias o pensamientos que creíamos olvidados. Hoy os traigo los pensamientos de una niña de cuatro añitos que de repente, supo que en el mundo, además de mamás y papás, había niñas y ¡niños! qué descubrimientos aquellos...

Saberme de sexo sin nombrar la palabra.
Hay niños y hay niñas. Pregunto el porqué.
Entre las respuestas me dicen que soy diferente,
yo vuelvo a preguntar: ¿diferente a qué?
Mi mundo está aquí
y el suyo está enfrente,
¿por qué me quieren medir
para hacerme a mí, la copia o la diferente?
Ese mundo de ahí afuera me enfada de veras, 
no entiendo para nada
algunas respuestas,
ese mundo de ahí afuera
no sabe que la perfecta medida soy yo.
El niño no tiene el pelo largo,
y no se puede poner ni trenzas, ni lazos,
no puede llevar faldas, ni pendientes,
no le dejan presumir, ni llorar.
               Pobrecito niño
le obligan siempre a estar tan serio y callado...
          Ser niña es mejor,
es mucho más divertido
y creo que él también lo sabe y lo siente
porque está enojado conmigo
y me intenta pegar un día de juegos,
de agua, de luz, de avispas y fuentes.
Pero sé correr mucho más que él
y no lo consigue.



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