Reflexión:
A
veces nos preguntamos demasiados porrrr-queeeés. ¿A veces? Sí. Y casi siempre
es mejor no intentar contestar a ninguno de ellos. Puede ser peor.
He
seleccionado microcuentos que escribí para Twitter. Algunos
transformados, otros tal cual y puestos en forma de carta de restaurante. Quizá
porque cada uno de ellos de por sí es un plato único que hay que saborear
despacio... ¿A que suena a advertencia? Probablemente lo sea. Quiero decir que
leer muchos microcuentos, haikus o poemas a la vez, puede producir ciertos
grados de acidez, indigestión o pesadez anímica... Poco a poco. Con calma.
Dejando que cada uno nos impregne de su universo, será la mejor manera de
acercarnos a ellos.
Eso
sí, dejaremos la carta de vinos para otra ocasión.
Como en los restaurantes, podéis hacer comentarios: "Existen hojas de reclamación a disposición de nuestros clientes"... Que disfrutéis de estos micromundos, elaborados con paciencia y cariño.
"Esto es
amor, quien lo probó, lo sabe"
LOPE DE VEGA
Entrantes:
Un
microcuento tiene algo de poema. Agrieta el lugar de la herida o lleva a la
esperanza. Se abre en el lector y germina de maneras diferentes.
El
cuento de pastas duras y ajadas del abuelo. Lo buscó. No sabía donde estaba. Se
sentó y sonrió. En su lugar había aparecido un recuerdo que iba tomando forma difusa, como de ternura.
Otro
cuento. Leído, escrito o imaginado poco importaba entonces. Estaba ahí frente a
ella. Descarado le ofrecía un camino diferente. Llovía.
Primeros
a elegir:
Hay
tardes que parecen alargarse, que se cobijan en la piel, que hacen que te
salgan escamas. Normalmente vienen con la lluvia intensa. Y la musa sin aparecer...
Ella
dijo: "Me gusta escribir sobre el satinado, en el reverso de las hojas
muertas de los calendarios". En los ojos de él reinaba la indiferencia.
Como
único sonido el batir de las olas. Una brisa ligera y fresca fue silenciándolo todo,
mientras abría las almas a los sentimientos, como un poema.
Se
pasaría el resto de la tarde mirando el mar, con una manta sobre los hombros.
Pero el mar quedaba demasiado lejos, casi tanto como algunos sueños.
Él dijo:
Una vez estuve en ese sueño. Yo supe de ti, una vez que parece quedar muy
lejos. Ella contestó: ¿Estás borracho?
Y
llegaron las doce de la noche y las teclas del ordenador se convirtieron en
cepos comededos #historiasparanodormircapítulo1
El
plato fuerte:
Ocurrió
a las 12,30. Lo de las teclas comededos se hizo realidad ¡Aaaaggggg mis
dedos!-gritó ella mientras comprobaba con terror que el sonido no se propagaba
por el aire #historiasparanodormircapítulo2
¡He
escrito más de mil páginas en tres meses! -exclamó él. Qué no me lo cuente, que
no -pensó ella y él comenzó a leer.
Leyó
cada uno de sus twetts una y otra vez mientras miraba su foto y entonces lo
supo, supo que se había enamorado.
Un
patinete tirado al borde de la carretera le habló sin palabras del accidente y
de quién había perdido la vida en él.
¿Quién
se está mirando en mis aguas? La laguna envolvió el cuerpo del curioso muchacho
y nunca más se supo de él.
Al
mirarse en sus ojos, supo del amor no correspondido y del adiós. Con quince
años, su alma se volvió vieja de repente.
Tuvo un
sueño profundo del que no quería despertar. Era la princesa en aquel nudo raro
pero el nudo se deshizo suavemente.
A los
ojos de todo el mundo eran dos terribles monstruos. Para ella fueron siempre
cachorros indefensos. No se equivocó.
Día de domingo
y yo más cabreada que una mona. Odio al mundo. Borraría mi sonrisa de cada una
de mis fotos. Qué asco.
Las
recomendaciones del chef:
Venía
hacia nosotros con aire de fiesta, alegre y trotón. Lo hemos podido esquivar.
Pobre perro, hoy será carne muerta en la carretera. El conductor del autobús
tuvo la imagen del perro presente durante una semana y después, nada.
Consiguió
tener las barbas más largas que nadie tuvo en aquella lejana región. Pero ser
el primero nunca consiguió satisfacer su poderosa ambición.
Ideaba a
sus personajes y los empezaba a amar intensamente. Nunca pudo terminar una
novela porque no supo ser para ellos un creador implacable.
Ella
volvía a brotar una y otra vez, auténtica e indómita, hija de las emociones.
¿Qué estaría pensando aquella mujer que contemplaba extasiada el inmenso
campo de amapolas?
El
postre especial de la casa
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