Hoy traigo como reflexión, cita o historia previa una jarcha mozárabe.
Después de esta pequeña introducción que invita a soñar, la amada, escribirá al amado que le gusta la palabra beso, para animarle y para que vuelva la ilusión a sus ojos apagados y cenicientos porque echa de menos su alegría habitual.
Vaise mio corachón de mib.
¡Ya Rab!, ¿si se me tornarad?
Tan mal mio doler li-l-habib:
enfermo yed, ¿cuánd sanarad?
('Se va mi corazón de mí. /¡Ay Dios! ¿cuándo volverá?
Mi dolor por el amado es tan grande:/está enfermo, ¿cuándo sanará?')
Me gusta la palabra beso
y hacer de ella algo alegre,
disfrazarla de fiesta en el
recuerdo
y buscar en la superficie de mi
piel,
para ese tuyo,
la fiesta luminosa, un camino, un albergue,
la copa del árbol, la risa,
una bicicleta que descansa
en una noche estrellada de verano,
o el frescor del agua menuda
que salta con regocijo en la
calmada fuente.
Me gusta la palabra beso
para vestirla y desnudarla a nuestro antojo
pero con tus labios,
con
tu aroma.
Para hacerla tuya a pesar de todo.
Para recorrerte y recorrerme.
Poco a poco.
Sin prisas.
Lentamente.
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