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| Fotografía de la autora |
En mi primer momento de frustración al descubrirme engañada, pensé poner la siguiente reflexión: "Envolví de lirismo esas señoras putadas, para no matarte..." No iba a matar a nadie. Pero necesitaba decirlo.
No te diste cuenta de que ya no me importaba
esa triste caída de la tarde.
Me habías engañado demasiadas veces
y cuando adiviné mi propio reflejo
envuelto en el lodo de una sola lágrima,
supe que no te dejaría
empañarme en el dolor de tus mentiras,
nunca más.
En la quietud del aire
se abalanzaron mis recuerdos
mientras tú me sugerías el olvido.
Pero no te hice caso,
simplemente te envolví en el lirismo de un poema
y lo tóxico de tu mentira, se quedó contigo,
en esa lenta agonía de la tarde.
Olga Becerra
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