ERA EL AGUA AZUL

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Era el agua azul
y eran tus manos flotantes universos.
De tus ojos, la mirada más cálida me abrazó
y en tus besos, fuiste el dios
que creaba la existencia en cada ser
y le daba música y color
a mis poemas y a  mis versos.
Así te amé.
Y ahora sé que así me amaste.
Y así me amas.
Ahora sé que es de verdad,
aunque ambos creíamos que fue un destello,
lo fugaz de un espejismo
o el destino de algún sueño.
Pero el amor se ha hecho en este ahora
inmensamente nuestro
y se ha cubierto en la sencillez
que lleva el ave en su batir de alas.
No es de esparto, no es de abismo.
Es más simple que todo eso.
Mira en el estremecimiento de tu piel
y de la mía.
Mira y sabrás que ya sabemos
que hay algo místico o extraño
que nos vuelve a llevar hacia el amor,

hacia este pétalo dorado del reencuentro.

                       Olga Becerra