miércoles, 5 de febrero de 2014

NO PUEDO PERDONARTE

Reflexión: En la relación entre personas, puede darse que una de ellas imponga el silencio como única respuesta. Como si el silencio le otorgara un halo de divinidad o superioridad. Pero en lo aparentemente divino, puede esconderse un exceso de soberbia, engreimiento y algún otro tipo de adjetivo calificativo de esos que descalifican de golpe y porrazo (y sin contemplaciones).
Aunque el poema que traigo podría ser interpretado desde el ateísmo más recalcitrante, no es así. Si alguien dice no creer en el amor es porque lo ha tenido y lo echa de menos. Se trata más bien del reconocimiento de que es algo que está fuera de mi alcance.
(Y sí, se puede aplicar tanto a Dios como a esa persona que admirabas y que te defraudó fuertemente en algún momento... Pero como siempre suelo decir, que cada cual elija el significado que quiera darle. Es mejor así).

Hoy ya sé Dios, que no puedo perdonarte
y mi dolor se hace de llanto y de rabia
y roza la blasfemia y la oración ferviente
en estos versos que se rinden, por fin, a la evidencia.
Si me hiciste grande, me siento en lo pequeño
como frágil silueta emborronada.
Por cada herida que abrió mi piel
y rasgó mi alma,
hubo muchas más
que se hicieron de jirones, sí,
en esto a lo que llamo alma
sin saber si existe;
en esto a lo que llamo pensamiento
que provocó tu muerte con la mía
y nos dejó a los dos perdidos en un vacío inmenso,
en la nada.
Y no puedo perdonarte cuando te acostumbré
a ser en la distancia de mi insomnio, la duda amarga,
cuando a solas te engendré como alimento a mi esperanza.
Y ahora ya sé que no puedo perdonarte
porque en las preguntas que te hice
encontré el silencio y te busqué, a tientas, te buscaba.
Pero no pude encontrar con estos torpes ojos tu mirada.
Y así, te fuiste haciendo de polvo en la escalada.
Tú que eras en mi infancia
el embrión de aquella estrella,
la que lucía más en un universo de emociones,
un universo en el que me hablaste claro y alto,
sin palabras.
La estrella plena de luz que por mí velaba,
la has transformado hoy en la noche oscura
y no puedo perdonar,
que sólo tú puedas salvarme de este abismo
y no lo hagas.

2 comentarios:

  1. Me dejas perpleja, ya no sé si me estás contando una pena real, o todo esto está provocado por la negación existencial de la que hace poco hablamos, que estás de capa caída, se te nota. Como si fuésemos tú y yo dos ríos que siempre van a dar al mismo mar, el que contiene todas las penas y lamentos de unas vidas, las nuestras.
    Formalmente está muy bien escrito, como tú me dices a mí, te expresas tan bien que da gusto leerte, porque aunque no te conociera y te quisiera,seguiría leyéndote con gusto.

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    1. Veo la respuesta ahora. O tal vez soy consciente de ella. Gracias Aurora... Tienes un nombre tan hermoso como tu corazón, que no es poco.

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