y el desliz de una broma y la canción en tu risa
y pude maldecir una y mil veces el nombre de Ulises,
mientras lo amamantaba en el dulzor de mis senos
y en la amargura siniestra de mis lágrimas.
Pude ser sí, tu sombra, tu espejo, el telar,
esa arruga que grita en las garras de lo que es muy
estrecho,
lo oscuro que tiembla en los cuerpos, lo perdido en
un verso,
tu insomnio, el desvelo,
el anuncio de tu vientre cansado en la mitad de un
desierto
Pude ser tu mirada que parece perdida
en el día, en la noche, en el objeto insignificante
y pequeño,
cuando sólo tú lo intuías, como ahora yo lo
presiento,
ese engaño que habita en la negra raíz
que se hunde en los tiempos.
La ojerosa mirada se llenaba de su ser, de tu
hombre,
y en la sed de preguntas que te sigues haciendo.
Ya no sabes si nacieron entonces,
son la fruta madura de una espera tan larga
en la que nunca supiste si tu extraña soledad
la habitaron esas estrellas malditas que se apagaron
sin nortes.
Pude ser tu piel, Penélope
y pude sentir que en la espera me rompía
y en la duda, cada trozo roto,
se me hacía de un dolor místico y silencioso,
un dolor de hilo que se pierde en el nudo,
que se enreda en ese laberinto sin salida
de las preguntas que se hacen marañas.
Pude ser tu piel, Penélope,
esa piel desnuda ante el telar, que no entiende nada,
pero tiene que seguir destejiendo en mitad de la noche.
pero tiene que seguir destejiendo en mitad de la noche.
Olga Becerra
Magnífico Olga. Te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro. Ya sabes que tu opinión literaria y poética siempre la tengo mucho en cuenta. Un beso.
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