sábado, 31 de octubre de 2015

HERMANA


Hermana, 
he vuelto a contemplar el último bostezo del sol,
entre los trigales muertos
que un día fueron amarillos.
Era la luz agonizante, casi perfecta,
como un ramo de rosas, azucenas y violetas
dispuesto ante un pequeño altar.
Pero ya no quedaba rastro de tu féretro
y te vi como a una fragante e ilusionada novia.
El musgo trepaba por entre las rocas
para distraer mi pensamiento con las chumberas
que se asomaron con descaro a la luz 
que había en mi mirada extendida hacia la noche.
La noche me habla por ti,
y me trae en su regazo la plenitud de tu belleza.
Hermana, en esta hora te contemplo
en cada una de las estrellas que le salieron
a la magia de este instante,
me veo tan pegada a ti
como la ceniza se pega al origen de su fuego.
El aire sopla alegre y tibio y por fin, llega la calma.
Pertenecemos a la misma historia,
al mismo clan, y en las mismas raíces
se hunde lo común de nuestro común ancestro.
Hermana, te estoy sintiendo, tan a mi lado
que revivo lo cálido y lo más familiar
que hay en tu aliento.
Hermana, la voz de la noche,
se levanta en suave vuelo, cierro los ojos,
y aunque no te veo y parece que no estás, 
sigues conmigo.

                       Olga Becerra

Fotografías de la autora


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