Hermana,
he vuelto a contemplar el último bostezo del sol,
he vuelto a contemplar el último bostezo del sol,
entre los trigales muertos
que un día fueron amarillos.
que un día fueron amarillos.
Era la luz agonizante, casi perfecta,
como un ramo de rosas, azucenas y violetas
Pero ya no quedaba rastro de tu féretro
y te vi como a una fragante e ilusionada novia.
El musgo trepaba por entre las rocas
para distraer mi pensamiento con las chumberas
que se asomaron con descaro a la luz
que había en mi mirada extendida hacia la noche.
que había en mi mirada extendida hacia la noche.
La noche me habla por ti,
y me trae en su regazo la plenitud de tu belleza.
y me trae en su regazo la plenitud de tu belleza.
Hermana, en esta hora te contemplo
en cada una de las estrellas que le salieron
a la magia de este instante,
me veo tan pegada a ti
me veo tan pegada a ti
como la ceniza se pega al origen de su fuego.
El aire sopla alegre y tibio y por fin, llega la
calma.
Pertenecemos a la misma historia,
al mismo clan, y en las mismas raíces
se hunde lo común de nuestro común ancestro.
Hermana, te estoy sintiendo, tan a mi lado
que revivo lo cálido y lo más familiar
que hay en tu aliento.
Hermana, la voz de la noche,
se levanta en suave vuelo, cierro los ojos,
y aunque no te veo y parece que no estás,
sigues conmigo.
se hunde lo común de nuestro común ancestro.
Hermana, te estoy sintiendo, tan a mi lado
que revivo lo cálido y lo más familiar
que hay en tu aliento.
Hermana, la voz de la noche,
se levanta en suave vuelo, cierro los ojos,
y aunque no te veo y parece que no estás,
sigues conmigo.
Olga Becerra
Fotografías de la autora |
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