viernes, 4 de marzo de 2016

KYBALIÓN (V: Principio de ritmo)



Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.
El Kybalion


Te he amado, amor, 
incluso cuando eras un despojo 
de mi propia sombra,
cuando te hiciste de ilusión o de espejismo.
Te he amado 
en el umbral de mi tristeza,
en el fuego de mi ira
y te he consumido entre mis dudas,
en mis tacones, en la lencería fina 
y en el carmín encendido 
de mis labios.
Te he amado, amor, 
como si fueras ese terrón 
desgajado de la tierra
que ya no sabe,
                     ni se acuerda
de lo que fue la lluvia, 
o la fragancia de la hierba.
Te he amado 
como si fueras la caricia 
que cree en los milagros, 
hasta sentir que te desvanecías 
completamente entre mis manos,
como si fueras toda la ropa 
con la que llenaba mi maleta,
sin saber del destino 
de un viaje que no era mi viaje. 
Ni siquiera el tuyo.
Pero tú me quisiste escribir 
tras un grueso telón.
Me atrincheraste.
Me cubriste del ropaje 
con el que se visten 
los secretos más profundos,
para esconderme en tu teatro,
                                                   y tras tu mundo.
Después me dejé convertir 
en la invisible musa 
que se ahogaba 
en el color de tus palabras.


Te he amado, amor, 
-siempre- 
como tú querías.
Comienzo a amarte, amor,
-ahora-
como yo quiero.


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