miércoles, 23 de marzo de 2016

TRES RAMILLETES

Ojalá ese padre haya podido sacar a su hijo de ahí.
Imagen tomada de la red


A Harper Lee
A los refugiados
A los desamparados

Cuántas veces se nos olvida
que matar a un ruiseñor
es acabar para siempre 
con su canto inmaculado.

He recogido de mi jardín imaginado
palabras frescas
y he hecho tres ramilletes a los que llamé poemas.
Son hermosos, pero lucen tristes.
Quizás cuando te los entregue,
se harán más vivos sus colores
y en tu corazón sabrán cobrar más fuerza.
Mis palabras-azucena se parecen 
a los ojos de los refugiados
cuando contemplan la caída de la tarde.
En mis palabras-margarita,
vi como son las manos 
cuando niegan las caricias
al anciano, al perro, al niño.
Y mis palabras-rosa son 
como el hambre que no puedo mitigar,
y que muchas veces
camina muy de cerca.

Amanecía.

He recogido dos minutos más para dormir.
Sentí tu calor y me pegué más a ti,
porque ya no creía en el prodigio de las hadas
ni en la luz de las estrellas.


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