viernes, 21 de septiembre de 2012

ATARDECER EN AGRA



Un fotograma retocado en un atardecer cualquiera,
me hizo detener, aunque llevaba prisa.
Más que conocida, familiar, la voz me amamantaba
y una inquieta serenidad, paradójica y cercana
susurraba.
Viajero de otro tiempo,
¿qué he olvidado que me lleva a ti?
Sólo sé que te llamas Agra
y ni siquiera sé situarte en un antiguo mapa.
¿Dónde vi tu resplandor y sentí deslizarse mi capa?
Un ropaje pesado. Hacía frío.
Pero nada me detuvo porque iba a él,
al amor prohibido.
Es tu piel mi camino,
se ha hecho mi vereda y mi destino.
Te haces dueño de mis hombros, de mi cuello,
te haces dueño de ese beso dulce
por el que los dos sabemos simplemente
que existimos.
Regresar a los brazos del amante,
a ciegas.
Una noche. Hacía frío.
Se despierta el corazón dormido
y tu sombra vuelve a mi, me reconforta.
Volveré a verte caminando sonriente
como aquel anochecer de invierno en Agra.

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