domingo, 9 de septiembre de 2012

HAY ALGUIEN QUE VE EN MÍ SU OBRA

Algún día contaré el porqué de este poema.
Detrás de él hay una buena persona que supo comprender un momento difícil de mi existencia.
Le estaré agradecida siempre.


       Hay alguien que ve en mí su obra,
delicada, ingenua, perpetua e impertinente,
y en sus manos soy de un barro ajeno y propio
que se mezcla con dudosa mezquindad
a su orgullo pasional e indiferente.
Con la espada de su anhelo
atraviesa carne y hueso sin piedad
hasta ese punto luminoso y decadente
en el que no se sabe a quién de los dos
le duele más tanta herida.
Ya voy tomando forma en su esperanza
con sus luces, con sus sombras
siempre esquivas y presentes.
Hay alguien que ve en mí su obra,
que me ama en la frontera de sus odios
y me arrastra sin remedio
por sus sendas y pendientes.
Con el filo del acero
me reduce a ser destello en la orfandad
y describe la silueta irreverente
de esta llaga adormecida.
Hay alguien que ve en mí su obra
y ese alguien aún no sabe, pero intuye
lo que en mi alma se presiente.
El susurro de su aliento
en latigazo lo convierte,
en un fuerte latigazo que me arroja de sus sueños
que me expulsa de los míos,
desdeñoso y contundente,
mientras grita a lo escondido:
                                          "¡Entra en la vida y siente!"


Ilustración de Maua Orma



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