Ésta que os traigo hoy fue mi despedida de una revista de difusión gratuita de la que llevé la coordinación durante dos años. Era mayo del 2000.
Era el comienzo del fin. El adiós resultó mucho más duro de lo que me parecía cuando escribía estas palabras.
Fruto de aquel profundo desengaño salió un canto a la libertad titulado "Camino de perversión". Me parece que no gustó a muchos... Una lástima, vamos, que me da una pena... (esto último hay que leerlo con sarcasmo porque el tono es importante).
Si pudiera
quedarme para siempre en tu sonrisa,
si pudiera habitar tu piel,
Si pudiera
derramarme en tanto amor
y ocultar mis suspiros
en la fragante inmensidad que hay en tus
labios.
Pero cuando
intento conjugar el verbo amar,
a través de mis párpados, una sola lágrima,
tan sólo una,
se desliza empapando con dolor
la inquietud de los pronombres.
Yo. Que te amé
más allá de lo que supe.
Tú. Que no me
podías amar
porque buscabas en mí los imposibles.
Él. Que me
ocultaba en su vergüenza.
Ella. Que me
desnudó con sus desprecios,
a pesar de que creía en su amistad a tumba
abierta.
Nosotros. Que
nos herimos tanto
hasta dejar paso a una hermosa y beatífica
indiferencia.
Nosotras. Que ya
no nos podemos conocer
porque, aunque yo lo siga intentando, tú
nunca me dejas.
Vosotros. Que os
forjasteis una idea sobre mí
y que, en las praderas de mi alma, camináis
a tientas.
Vosotras. Que no
quisisteis darme una oportunidad
y que atacabais al mundo que no formaba
parte de vuestra madeja.
Ellos. Que me
olvidaron, pero que siguen tropezando
alguna que otra vez por mis recuerdos.
Ellas. Que
señalaron con el dedo
el mismo centro de todas mis rarezas.
Mi alma se hace añicos con el dolor
igual que se hace añicos un espejo
golpeado por la furia de un martillo.
Y así el amor roto
-desde la misma raíz de esos pronombres-,
se evapora y parece no dejar rastros
y el viejo sueño que hubo en mis versos
ya no responde.
Si pudiera, me quedaría en ti,
pero una hermosa melodía de soledad
se me cuela de puntillas por los poros
intentando pegar los trozos esparcidos
de aquel alma.
Una hermosa melodía
que me cobija y que me invita a seguir
dando amor
desde la lejanía,
desde el silencio que se anuda entre
sus notas.
Olga Becerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario