jueves, 23 de agosto de 2012

ALCALÁ DE HENARES (Dos poemas)

           I
Bajo tus soportales
de puertas y ventanas aún dormidas,
se van todos mis males,
las voces son venidas
del sopor de otros tiempos sacudidas.

Camino, y cada paso,
me lleva hacia tus pícaros y dueñas
y a nada le hago caso
cuando me los enseñas,
renazco en la visión de lo que sueñas.

Adoro ese momento
que en mágico descaro me presentas
fuerte en mi pensamiento,
tus horas se hacen lentas,
lejanas del pesar y del lamento.

Me miro en tus rincones
con la luz de tus ojos reflejada,
y siento en tus balcones
la dicha de la amada
que vive por su amante, enamorada.

Mi dulce paraíso,
cada árbol, cada plaza, cada seto
y todo cuanto piso
se vuelve recoleto:
me entregas denso y puro tu secreto.




  II
La miré como se mira a la mujer madura y hermosa,
sentí un eco profundo desde su sosegada voz.

La miré como se mira a la madre,
discreta y fecunda, en su paz interior
rezando sin prisas, aventurera
y siempre dispuesta a dar protección.
La miré como se mira al sabio o al cielo
desde la pregunta y la incertidumbre
buscando en su historia el lustre de un nuevo color.
La miré como se mira al niño,
¡jugaba entre risas a hacerse mayor!
La brisa en el patio refrescó mi piel
con los ojos cerrados pensé:
Alcalá de Henares, si fuera verdad
    ese Dios, al que cantas desde tus campanas…
sé que miraría lo mismo que yo.


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